Reconocí que los accesorios en mi cabeza han sido el elemento por medio del cual me he sensibilizado al mundo exterior y he reconocido aspectos de forma, color y materialidad. Entendí que los accesorios para mi cabeza se habían vuelto una motivación para conocer nuevos lugares, para hacer cosas que no deseaba hacer y para enfrentarme a miedos que tenia en mi interior.
En este proceso, como diseñadora, entendí que no se trata de un accesorio más sino de la extensión de una personalidad, un elemento de espacio, tiempo y que contiene emoción. Para poder transmitir esto, me remití al momento en el que empecé a usar el turbante y reconocí las razones por las cuales los colecciono, basándome en la psicología. El turbante llegó a mi vida para acompañarme en el proceso de aceptar aspectos de mi cuerpo con los cuales no me sentía cómoda, uno de ellos, mi pelo crespo. El turbante llegó para mitigar la carga emocional y física de no poder manejar algo con lo vine al mundo, que era la cantidad, textura y gran volumen de mi pelo crespo.